José María Velasco, El Paisajista Científico

El ajolote Ambystoma Velasci le debe su nombre al investigador que en el siglo XIX lo dio a conocer ante la comunidad científica como una nueva especie: el artista José María Velasco.

Fueron varios los aportes científicos del mayor paisajista mexicano del siglo XIX y uno de los más grandes pintores en la historia del arte mexicano y mundial, quien falleció, el 26 de agosto de 1912.

Velasco combinó en su obra artística los conocimientos precisos sobre disciplinas tan diversas como botánica, zoología, geología, anatomía; publicó artículos, ensayos y colaboró en libros científicos (La flora en el valle de México); mantuvo correspondencia con estudiosos de otros países y, así como escribió sobre aquel ajolote que en un primer momento llamó Siredon tigrina, se ocupó también de animales como los colibríes o de la Cereus serpentinus, fruta de la pitahaya. Pese a que solamente suman cuatro (dos de botánica y dos de zoología), sus obras fueron descriptivas. Buscaban la información donde hubiere y la incorporaban a un cuerpo enciclopédico.

La obra de Velasco debe de ser comprendida en una perspectiva histórica, valorándola con los criterios de su momento. Nada tan fácil como trasladar a otra época nuestros puntos de vista y nada tan difícil como juzgarla de acuerdo a los suyos propios.

Sus escritos de Zoología tienen la peculiaridad de versar acerca de especies ubicadas fuera de los esquemas explicativos comúnmente aceptados. Velasco indago sobre las maravillas excepcionales del país y mostró su valor. Entrelazo datos científicos con el orgullo de ser "hijos de la tierra".

Su primer estudio botánico como ya lo mencionamos fue de las cactáceas. En 1870 propuso describir la planta trepadora Cereus serpentinus o pitahaya con más precisión. Dividió la tarea en una descripción sumaria: cuatro secciones de morfología detallada y una conclusión. Estudió ejemplares en el Valle de los Pescaditos. Describió en detalle: flor, fruto, granos y su tallo, época de floración, y color de la flor.

En conclusión escribió: "Los frutos son muy apreciados en la capital, son objeto de regalo por su rico sabor y la escasez de ellos; suelen en las pulquerias componer el pulque con este fruto, y lo prefieren al de tuna colorada".

El segundo lo hizo con su hermano Ildefonso, buen científico. Antonio Peñafiel dio un resumen de su informe el 12 de Enero de 1871: "Este consorcio nuestro, que a su dedicación a la botánica reúne instrucción notable en el arte de la pintura, ha presentado a la Sociedad una importante Memoria sobre una planta medicinal de Queretaro que el y su hermano Ildefonso ha denominado Ipnomea Triflora. Conocida por farmacéuticos y prácticos como Purga de Las Animas".

Presentaron por primera vez Memoria y lámina de la planta. Un purgante indígena que cultivaron y estudiaron tanto en botánica como en química. No estaba registrada ni descrita en el momento de su estudio

Su trabajo más importante y que mas fama le dio fue realizado en 1879 sobre el ajolote. El tema no era nuevo, desde tiempos prehispánicos despertaba el interés de la comunidad científica. El estudio de Velasco pretendía describir con mas amplitud que sus antecesores los aspectos morfológicos y anatómicos.

En su informe del 27 de Enero de 1881 resumió: "En el se trata de los cambios que en los órganos de la respiración y circulación sufre este genero de batracio, a la vez que de sus costumbres en libertad y aprisionado. Acompañado de 3 láminas: dos para dar idea del tipo diverso de fases de desarrollo, y una para los cambios anatómicos. Inicio su estudio en 1866.

En el informe leído a la Sociedad Mexicana de Historia Natural el 26 de Diciembre de 1878 y 27 de Febrero de 1879, afirmo haber hecho sus experiencias, no en acuarios, si no en viveros naturales del Valle de México, en libertad. Se presenta entonces a Velasco como un hombre de ciencia, como uno de los más distinguidos zoologos mexicanos del siglo XIX. Sus trabajos fueron recibidos con gran aprobación por naturalistas nacionales y extranjeros.

Incluso en su primer estudio fue premiado en México, en una sesión solemne donde se celebraban 10 años de la sociedad y presidida por Porfirio Diaz. El 13 de Mayo de 1882 la "Revue Scientifique" publicaba un largo comentario sobre la critica de Velasco a August Weismann, en el cual señalaba que los argumentos del mexicano eran novedosos y concluyentes. Su tesis fue apoyada también por Luis Quaedvlieg y G. Hann.

Además de que estudió la carrera de pintor en la Academia de San Carlos, cursó estudios en la facultad de Medicina; además de sus publicaciones hizo numerosas litografías que se publicaron en la revista La Naturaleza, de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, institución de la cual fue miembro, secretario, vicepresidente y presidente interino.

Velasco es reconocido también como el autor de memorables pinturas que se encuentran en los acervos de ciertas colecciones privadas y en museos mexicanos -el Munal guarda la mayor colección, con 74 pinturas y 119 dibujos-; construyó con su plástica un paisaje de México cuando el país acababa de independizarse y comenzaba a descubrirse.
Autor de más de 300 pinturas de paisajes y cientos de dibujos, es uno de los siete creadores cuyas obras son Monumento Artístico de la Nación y es también uno de los más falsificados en el país.

El artista, nacido en 1840 en Temascalcingo, estado de México, estudiaba con la mirada del científico esa naturaleza que con el ojo del artista representó en forma singular.

En sus obras hay precisión en cuanto al tipo de plantas de cada región, la nubosidad, los terrenos, los colores, el relieve, hasta la dirección del humo de los trenes.

El Valle de México -tanto la vista del poniente hacia los volcanes, como desde el norte hacia los volcanes-, Tlaxcala, Veracruz y Oaxaca, fueron los sitios sobre los que más paisajes creó.

Su profesor Eugenio Landesio, de origen italiano, les decía que los pintores de paisajes (o pintores generales) debían más que observar y hacer expediciones a campo abierto estudiar ciencias naturales, matemáticas, física, zoología, botánica, leyes de la atmósfera, geografía.

Velasco incluía también aspectos de la historia de México, de su arqueología. Era un apasionado de la ciencia. En sus obras no está tanto la presencia simbólica de Dios, sino que engrandece la naturaleza como parte de un cosmos”. A los 28 años fue profesor de la Academia de San Carlos, además fue ilustrador del Museo Nacional de Arqueología, y creó obras para el Instituto Geológico de México, hoy Museo de Geología. Velasco decía que no se podía pintar lo que no se entendía, que no se trataba sólo de representar: “Él quería entender: si se trataba de dibujar una roca debía saber de qué tipo era, qué tipo de planta, de follaje, de árbol. Eso lo llevó a meterse en aspectos cada vez más profundos. Tuvo investigaciones en cuestión de ciencias, premios, hizo una serie de escritos sobre plantas y animales del valle de México”.

Subía a los cerros y montañas, casi siempre solo, y llevaba lupas, pinzas, frascos para animales, libros para plantas, una caja de campo con tres patas que se atornillaban para hacerla como mesa, con un parasol y banco de tres patas. Hacía dibujos preparatorios en el campo, óleos de pequeño formato sobre papel o sobre tela, para después, con esos bocetos a lápiz y óleo, armar sus composiciones de gran formato. Antes de tomar todo el trabajo preparatorio, leía un Salmo, porque decía que estaba ante la obra de Dios.

Pero su obra no es una representación religiosa. Acerca de la técnica de sus obras, Altamirano asegura que él no representaba el paisaje, lo “poetizaba”:“Estaba profundamente orgulloso de ser mexicano y especialmente enamorado del Valle de México”.



Maria Elena Altamirano Poille. (2012). José María Velasco el Paisajista Científico. Octubre 2013, de El Universal Sitio web: http://archivo.eluniversal.com.mx/cultura/69622.html

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