El Quexquémetl del Municipio de Temascalcingo

En la comunidad Mazahua y Otomí, la mujer es la encargada de elaborar la indumentaria y otros textiles necesarios en la vida cotidiana de la comunidad. Casi siempre tiene a su cargo todo el proceso de elaboración. Los materiales que se utilizan son la lana y el algodón y el proceso comienza en la cosecha, pasando al hilado, teñido y urdido, hasta llegar a la elaboración de la prenda en telar de cintura, telar a pedales de origen prehispánico. Las mujeres han sido siempre las principales impulsoras de los bordados y tejidos en textiles mazahuas. Los bordados tradicionales no son casuales. La mujer Mazahua va escribiendo en sus tejidos la historia de su pueblo, sus antepasados y su entorno utilizando escenas de la vida cotidiana, venados, flores, pájaros y otros animales. Los conocimientos pasan de madres a hijas a través de la observación y la práctica. Esta mujeres se convierten en depositarias de una sabiduría que tiene siglos de existencia.

Es por eso que en la actualidad hay muchas mujeres que no se atreven a usar esta prenda, la compran pero solo es un recuerdo, un adorno, un pieza de colección, debido a que sienten que es algo tan especial, que no debe de ser usado como una pieza de uso común. La ropa es uno de los rasgos culturales que forman la identidad de una sociedad. Las prendas en las que personas pasan sus vidas reflejan características importantes de sus creencias, ideales estéticos y su relación con el entorno. Nuestros pueblos originarios usaron para cubrirse del clima: el color, los símbolos, sus creencias y los pormenores de su cosmogonía.

Hay artesanas, que sufren en sus ventas debido a esta cuestión, las mujeres comienzan a preguntarse ¿Puedo yo usar esta prenda? Y es que comprar un textil es como hacer un acto de viajar en el tiempo, por milenios de conocimiento, y la dedicación que se le pone a cada pieza no puede costearse como cualquier objeto de fabricación industrial. El trabajo de un textil artesanal debe estar reconocido por su significado, belleza y elaboración, no por la explotación de su mano de obra, y es esto lo que nuestras artesanas anhelan. Puedes hacer uso de la pieza en cualquier momento, respetando el significado de la misma y entendiendo el valor que tiene para la comunidad el que seas portadora de la misma. Siempre con orgullo y dando a conocer el lugar donde la adquiriste. Esto no solo ayudará a que sus ventas puedan mejorar, sino que ayudará a la región a ser reconocida de manera individual como creadora de bellas piezas artesanales. Cabe de más decir el evitar el regateo si deseas adquirir una pieza artesanal en Temascalcingo.

El tejer un Quexquemitl requiere de tiempo, técnica y paciencia, en palabras de una artesana “se teje con el telar de cintura, una se amarra un palo a la cintura para ir haciendo el telar de cintura, cuando se termina este tejido se corta en dos partes para hacer el terminado del quexquémetl y eso es rellenado”. Su precio varía de acuerdo con el tamaño y el diseño, pero oscila entre $500°° y $3,500°°. En esta segunda parte también damos a conocer el diseño de los pueblos de Maró, La Magdalena y La Magdalena Cruz Blanca, que además de ser un diseño completamente diferente al de las artesanas de los pueblos de Santiago Coachochitlán, Tepeolulco y Santa María Canchesdá, también cuentan con un significado especial para cada comunidad. El textil mazahua y otomí, es sin duda un testimonio de la satisfacción de una necesidad corporal, cultiva el sentimiento estético y fortalece la identidad de nuestras comunidades. Es un instrumento de comunicación que expresa ideas y sentimientos como: el llanto, alegría, canto, bendición, es decir todo lo vivencial.

El arte textil es el medio propicio para mostrarse como parte visible en el entorno social o intentar artísticamente manifestar todo lo que nos rodea y sucede, siempre significa algo. La naturaleza con sus distintos símbolos y enigmáticos fenómenos, como el trueno y la nube que anuncian la lluvia, el trino de las aves, el tono de luz, el movimiento de los insectos, propician reflexiones que las artesanas asimilan y registran en su mente: Además simbolizan en sus textiles la esperanza, amor, hambre o la muerte. Experiencias que constituyen el aprendizaje cultural y se manifiestan de manera sincera y estética mediante sus símbolos que forman parte de la indumentaria y que controlan estados de ánimo de quien la teje o porta. Las mujeres hacen uso de estos textiles no solamente como defensa o protección del ambiente, sino que es un medio de embellecer su cuerpo, de satisfacerlo, de establecer símbolos, funciones mágicas y religiosas bien definidas.

Las culturas mazahua y otomí, dependen de esos símbolos, son básicos para ellos ya que hacen posible la perpetuación de la etnia; es comunicación que se vale del lenguaje articulado de la expresión simbólica. Cuerpo y textil constituyen la figura humana completa. El diseño textil señala costumbre, medicina, obra de arte, armamento personal, todo en una pieza. Las mujeres son excelentes parteras, hueseras y magníficas artesanas. Manipulan el telar de cintura con gran maestría, asimismo, tejen símbolos distintos pues su visión atiende al mundo natural, la vida y la muerte. Todas aquellas que hacen uso de estas prendas se convierten en portadoras de conocimientos ancestrales, de secretos que se guardan en cada fibra y esperan a que los descubran. El pensamiento sobre su diseño textil se encuentra en el inmenso y enigmático cosmos y en la maravillosa naturaleza. La trama de la vida y la urdimbre social logran unir lo que se puede considerar como la prenda perfecta: El Quexquemitl.

El telar de cintura o umbee, es el creador de prendas del cuerpo, admirado por artesanos mazahuas por su estructura, en la que cada parte participa con un todo. La trama y urdimbre en perfecta armonía presentan la obra que surge de la imaginación cuando la prenda no es motivo de patrones establecidos. El telar es el instrumento que crea la casa del cuerpo humano; mantiene una fuerte relación, pues las partes fundamentales de este instrumento llevan el nombre de órganos vitales. Es también uno de los instrumentos más antiguos que han acompañado a la mujer, la unión del cuerpo y telar es comunicación de dos cuerpos materiales, donde uno de ellos realiza un monólogo utilizando los implementos del telar para lograr un lenguaje escrito impregnado en el tejido en que la bobina, el palo de lizo, el amarre de hilos, el machete o el templero se mueven rítmicamente de acuerdo con la experiencia de la artesana. Esta habilidad se adquiere en todo el proceso de vida, siendo la infancia el momento de mayor atención del aprendizaje.

El telar se sostiene por el ñil que significa cabeza, este enjulio superior se amarra a un poste o rama de árbol y en el inferior se sostiene con e peso de la artesana por medio de un mecapal, representando los pies del telar. En su preparación o Urdimbre el artesano selecciona el mejor material para un buen trabajo. Las manos, mente y creatividad se conjugan a través de la trama en su mejor esfuerzo. El telar colgado de un árbol representa un eje de unión de un mundo de vida, el árbol siempre obedece y esta pendiente de las estaciones del año, al igual que la mujer que espera a estas cuatro fuerzas un tiempo y un momento; es también tributo a la madre tierra y conexión con el cosmos. La dadora de vida es capaz de armonizar todo lo útil, la vida para ella es un equilibrio entre el mundo vegetal, animal y humano, unión tejida en un tapiz del cosmo en el que todos formamos una sola unidad y tramamos nuestro destino. Las artesanas observan los colores de la naturaleza, esta presenta cuatro estaciones con símbolos de cambio y evolución del que no pueden deslindarse. El ropaje se adecua a la edad del cuerpo e inclusive los colores y diseños de cada etapa son muy particulares. Las etapas de la vida se aprecian en estos bellos diseños, la disminución del rendimiento corporal y espiritual, así como la debilidad son como un árbol (zaa) que llega a su estado maduro y que poco a poco se seca y en cualquier momento se cae o lo tumba un aire fuerte. El aire es la enfermedad, aunque algunos se sienten como robles, sin temor al aire y se cuidan de que algo maligno penetre en su cuerpo.

El ngi que existe en los arboles es para ellos la sangre que corre en el cuerpo de los humanos y que reacciona a las mismas agresiones cuando se le daña. La naturaleza en su origen y en su subsistencia es divina para ellos. Ofrece sus recursos como el remedio y la solución para todo aquel que se acerca a ella. Este universo simbólico que encontramos en los diseños atrapados en las prendas mazahuas muestra el sentir de una cultura impregnada de filosofía, de poesía, así como de historia, mitos, misterio y sueños, sin olvidar todo lo que sucede en el cuerpo como el dolor físico y espiritual. La riqueza cultural de nuestros pueblos Mazahua y Otomí, está llena de metáforas que se expresan con signos, siendo el textil el que guarda analogías o semejanzas de muchos aspectos de su existencia, pero, siempre anteponiendo el cuerpo y todo lo que en él se desarrolla; reconocen que el cuerpo es sólo una forma particular de la energía vital universal y que la mente posee la capacidad de armonizar el universo del cuerpo, con la vestimenta, la simbología y la naturaleza pues es ella la primera en dar órdenes y en dictar la ultima palabra.

De acuerdo con las investigadora Claudia Rocha: “Lo que las mujeres indígenas reflejan en los textiles que realizan se relaciona con la idea que ellas tienen sobre el destino. La producción textil de origen prehispánico ha sido una actividad ancestral que muestra la filosofía y pensamiento de una cultura en los diseños de animales, plantas, seres humanos y dioses referidos en su tradición oral”. Una importante parte de la mística de la etnia mazahua y otomí gira alrededor de sus mujeres, como ya lo habíamos mencionado ellas son depositarias del conocimiento tradicional en las prácticas agrícolas, la crianza de los hijos y la labor textil. Las mujeres mazahuas integran diversas representaciones del conocimiento tradicional, concentrando sus saberes en bordados y tejidos con colores y formas que evocan la cosmogonía de su pueblo desde la mirada de madres, abuelas e hijas.

Una de las piezas de indumentaria mazahua y otomí más llamativas y con mucha historia es el Quexquemitl o Quéxquemetl: se puede definir como un poncho o capa, tejido en telar de cintura, generalmente confeccionado en hilo de lana. El tradicional de nuestra región tiene bordados con flores, animales y otras figuras, y en la antigüedad los flecos que llevan significaban solteria (con flecos) o mujer casada (sin flecos). Para nuestros pueblos el vestido es uno de los principales elementos culturales que los caracterizan ya que no solo contiene elementos particulares que expresan su cosmovisión, si no que se a convertido en parte esencial de su economía, ya que esta artesanía es de gran valor para las personas que visitan nuestras comunidades indígenas. Sin embargo, al igual que el uso de la lengua materna, ambos resisten los embates de un mundo globalizado en donde la identidad es vulnerable. Es por eso que esta serie de fotografías busca acercar más a las personas a conocer la gran labor de nuestras artesanas, potenciar las actividades entre las mujeres, además de dinamizar el sector de la artesanía y la recuperación de los antiguos oficios por parte de las mujeres.

Ya que como nos comentan las artesanas “los hombres no las dejan vender” y es que con comentarios como: “No eres mazahua no uses esa prenda”, “No se te ve bien si no eres de aquí”, etc, las artesanas de distintas comunidades han visto muchas ventas perdidas, y como mencionaba en artículos pasados no hay una manera de promocionar esta prenda de manera directa si las mujeres que las compran, después ya se por pena o temor a lo que digan los hombres de la comunidad esconden, guardan o cuelgan como un adorno su Quexquemitl sin lucirlo y hacer que más personas se interesen por conocerlo y obtenerlo. Este tipo de violencia directa a otras mujeres que buscan adquirir piezas artesanales e indirecta para las artesanas que les quita venta es parte de una conducta que lleva mucho tiempo arraigada en comunidades celosas de sus tradiciones, pero que necesitan una forma de equilibrar sus tradiciones con su necesidad de producir un ingreso que les ayude a subsistir. Con estos testimonios de mujeres indígenas, visibilizamos la forma en que se expresa la Violencia y además la necesidad de acciones para detenerla. Queremos ver lo que proponen las mujeres desde el feminismo indígena para acabar la violencia a la que siguen siendo sometidas.

Hay que recordar que los productos textiles, tanto mazahuas y otomíes, son objetos muy complejos en forma y comprensión de sus significados, están conectados de múltiples maneras con toda la cultura de nuestros pueblos indígenas. El producto textil puede considerarse también, sinónimo de evolución. Desde la antigüedad la cultura se ha ido caracterizando del desarrollo de la región donde se le práctica, etnías, civilizaciones, movimientos artísticos y políticos, etc., han expresado a través de los textiles aspectos fundamentales de su personalidad o de su universo cultural e ideológico. A pesar de la riqueza en sus bordados, diseños, hilos y manufactura de calidad, el arte textil mazahua y otomí se encuentra en vías de extinción, debido a tres factores principales: en primer lugar por la migración de las mujeres hacia la ciudad de México en busca de mejores oportunidades de ingresos para su familia, a partir de este momento estos grupos étnicos empiezan a perder su identidad y por tanto sus costumbres; en segundo lugar por la complejidad de la relación tiempo – trabajo que se le invierte a ciertas prendas textiles, sumado al alto costo de los materiales; en tercer lugar, los hombres que encuentran y asocian un valor cultural muy elevado en la relación entre las prendas y la mujer que la porta, y esto no permite que las mujeres vendan y promociones de una mejor manera sus productos, con el temor además, de perder la venta debido a los comentarios que en muchas ocasiones realizan, denigrando así su trabajo artesanal y limitándolas solo al comercio local, entre miembros de la etnia, que en muchas ocasiones no cuentan con el dinero para comerciar entre ellos, o fabrican de igual manera sus propios textiles.

Además esta es una tradición transmitida de generación en generación, de madres a hijas, sin que exista una documentación precisa de su conocimiento técnico (estilo de puntada, teñido de hilos, utilización del telar de cintura) ni conceptual (simbología, diseños, combinación de colores). “La mujer mazahua, conocedora, realizadora y supervisora de los principios que rigen la indumentaria y el arte textil de su pueblo, se le atribuye el rol fundamental en los fenómenos de identificación y de pertinencia cultural. Por ese mismo hecho, el hombre mazahua que se ve obligado a adoptar la indumentaria campesina de las sociedades “occidentalizadas” encuentra un “valor-refugio” fundamental en la indumentaria femenina y en la conservación del arte textil tradicional”. Aunque la ruta mazahua donde nos ubicamos esta muy cerca de la Ciudad de México y la capital del Estado (porqué no somos parte de la ruta otomí a pesar de contar con miembros de esta etnía), las prendas. Aunque la ruta mazahua donde nos ubicamos esta muy cerca de la Ciudad de México y la capital del Estado (porqué no somos parte de la ruta otomí a pesar de contar con miembros de esta etnía), las prendas que se elaboran en nuestra región son poco conocidas, en parte gracias a esta problemática de aceptar que para mejorar su reconocimiento y valor hay que darle publicidad de una manera más amplia, utilizando enfoques que ayuden a comercializar todos los textiles que se realizan en la región.

En otras zonas como San Felipe del Progreso, esta situación ha sido vencida y trabajando con distintos medios de comunicación, fotógrafos de moda, fotografía artística y dejando que sean estos diferentes enfoques con plena libertad y usando técnicas más comerciales los que conviertan los textiles en un producto más atractivo a la gente y que estas se interesen cada vez más en adquirirlos. Esto hace que sean adoptados por más clientes potenciales, que al usarlos comiencen a darle una promoción indirecta al portarlos en distintas épocas y ocasiones. La finalidad de mi proyecto es que las mujeres conozcan y admiren el Quexquemitl (Quexquémetl o Quesquemel) como una prenda compleja, que cuenta con muchas formas, tamaños, colores y significados. Sin importar el tipo de cuerpo, altura, color de piel, edad o lugar de origen, les hará lucir hermosas. Podrán combinarlo con distintos tipos de atuendos y de acuerdo a tu personalidad, contando con la ventaja de que nuestras artesanas tienen en sus manos el don y la técnica para plasmar cualquier idea que tengas y encontrar la combinación para que puedas obtener una pieza personalizada, que te haga sentir la confianza de usarla y lucirla en tu vida diaria.

El quexquémitl se trabaja principalmente con telas tejidas en telar de cintura, siguiendo las técnicas milenarias de los pueblos mesoamericanos. Existen varias maneras de confeccionarlo. La más sencilla es con dos fragmentos cuadrados de tela que se cosen por dos lados de manera que forman un rombo con un hueco para meter la cabeza por él. Otra forma consiste en el uso de dos piezas rectangulares de tela. Los lados menores son cosidos a los lados mayores, de manera que en el centro de ellos quede un orificio para la cabeza. La técnica más complicada consiste en el uso de un solo fragmento de tela tejido en curva —técnica textil única de Mesoamérica—. Este complicado sistema de tejido permite la creación de telas en forma de una herradura, de modo que para formar el quexquémitl simplemente se cosen los extremos. Los quexquémitl suelen ser trabajados con labores de decoración textil como el bordado, el brocado o la aplicación de otros materiales, dependiendo de la región y el gusto de la tejedora. Aunque hay algunos que se trabajan con telas industriales, las prendas de mayor calidad son las que se trabajan artesanalmente, con materias primas naturales.

A esta prenda de origen prehispánico se le conoce en nahua como quechquémitl, que viene de quechtli, cuello y quemitl, vestido. Como ya lo vimos esta prenda tiene como característica principal el corte de tela, cuya elaboración se remonta a los tiempos prehispánicos. Orgullosamente originaria de México, se elaboran principalmente en el Estado de México usando lana, y en Puebla, Veracruz, San Luis Potosí e Hidalgo usando algodón. El principal propósito de esta prenda es cubrir el torso de las mujeres, ya que es una especie de blusa triangular con la punta hacia abajo, formada por dos rectángulos. Se han llegado a ver que en algunas esculturas femeninas mayas, toltecas, teotihuacanas y aztecas portan el quechquemitl. Todavía no se sabe exactamente de donde se originó pero lo más probable es que haya sido en la costa del Golfo de México y de ahí se fue esparciendo dentro de distintos grupos indígenas. Ha sido también identificado como la indumentaria propia de las antiguas diosas de la fertilidad, es por ello que en el Valle de México su uso estaba restringido a las mujeres nobles, sin embargo, después de la conquista española, fue adoptado por todas las mujeres indígenas, aún sin importar el rango que ocupaban dentro de una sociedad. Esta prenda se portaba sobre el torso desnudo o sobre un huipil, tradición que se ha perdido con el paso del tiempo, ya que ahora estas dos prendas no suelen portarse juntas.

“Lo que las mujeres indígenas reflejan en los textiles que realizan se relaciona con la idea que ellas tienen sobre el destino.  La producción textil de origen prehispánico ha sido una actividad ancestral que muestra la filosofía y pensamiento de una cultura en los diseños de animales, plantas, seres humanos y dioses referidos en su tradición oral”. Actualmente lo usan las otomíes, mazahuas, huastecas, tepehuas, totonacas, nahuas y huicholas, sin importar rango o condición social. Un dato importante es que dependiendo de si tiene flecos o no, cambia su significado. Los quexquemetls con flecos significan que la mujer es soltera, mientras que los que no tienen son para mujeres casadas.  Al considerarse como una prenda de lujo, poco accesible y que solo puede ser usada en ciertas ocasiones, esta hermosa pieza textil se encuentra en peligro de desaparecer.

Las tejedoras y bordadoras otomíes aprenden de la faena desde antes de los doce años. Durante este aprendizaje, descubren que un tapete puede tomarles alrededor de dos meses o que un reboso cuenta aproximadamente con 200 hilos. Por tanto, tienen que aprender a contar y a medir distancias entre hilos y figuras para poder bordar o tejer. Los principales colores que usan son el blanco, azul, amarillo, negro, con líneas verdes, anaranjadas y amarillas. Los bordados son, principalmente flores y animales. En algunas comunidades mazahuas las niñas no tienen otro juego ni otra actividad que el bordado, por lo que las mujeres asumen el bordar como parte de su vida. De este modo, el arte textil se conecta con la identidad femenina en función de la economía familiar. Inclusive, según Romaní (2005), “Saber bordar, suele ser sinónimo de permiso para formar su propia familia”.

El arte textil mazahua posee simbolismos de la esperanza, amor, hambre y muerte; experiencias que constituyen el aprendizaje cultural a través de una visión sincera y estética. Se dice inclusive que son los estados de ánimo quienes controlan al que teje o porta la vestimenta. Diseños de aztecas, arco de Granada, arco de Campana, arco blanco, labor doble; rebozo de bolita y rebozo reservista –un rebozo que reserva una franja para plasmar un texto o figura–, el rebozo de aroma –único en el país, hecho de color negro y aroma “de luto”–. El vestido en los indígenas va más allá de abrigar el cuerpo; con él se distingue el estrato social. En la época prehispánica el material de elaboración tenía un significado y el algodón trabajado en hilos muy delgados era usado para la ropa que portaban las clases pudientes, mientras que en zonas como las costas del Golfo donde abundaba el algodón, no se usaba.

Una de sus características principales de los textiles mexicanos radica en las dos técnicas de manufactura, únicas, ya que ninguna cultura en la historia de la humanidad las creó, sólo existieron en Mesoamérica; me refiero al tejido en curva, apreciado en el quexquémitl, y a la trama envolvente del huipilli. Finalmente, el color de los hilados, que por medio de conocimientos básicos de química y la experimentación en la mezcla de las tinturas naturales, logran una gama de colores cercanos a los rayos ultravioleta en un extremo, en el otro los derivados de rayos infrarrojos y en el centro, los colores neutrales, ácidos, de los jugos de plantas y frutos combinados con lo alcalino de las cenizas del fogón dan las tonalidades.

"Cuando era niña y pasaba tiempo con mi abuela, me parecía muy relajante verla bordar. Tenía cajas llenas de hilos y telas de muchos colores con estampados que dejaban ver algunas flores o frutas a las que les faltaba color. Ella y mi mamá me enseñaron las bases del bordado. Me compré bastidores, telas y muchos hilos, pero al igual que con muchas otras cosas, con el tiempo le perdí el interés" - Mujer de la comunidad de Santa María Canchesdá. Las costumbres y tradiciones de nuestro bello municipio se van perdiendo día con día por la falta de importancia que nosotros mismos demostramos, es por ello que uno de los principales objetivos que tenemos con este proyecto es volver a demostrar que nuestras artesanías son una manifestación artística muy valiosa, y que también, es una forma de obtener recursos económicos para que nuestras artesanas puedan mejorar sus condiciones de vida. Existe una tradición en bordados en nuestras comunidades, desde la lana, telar de cintura y punto de cruz que son los principales, con sus inconfundibles grecas, plantas, animales que diseñan las mujeres en todas estas prendas de vestir. Realizan fajas, quexquemitl, cobijas, morrales, colchas, chalecos, fundas, chales y otras prendas más, con diligencia y maestría sin igual.

Cuando adquieres una artesanía de nuestras comunidades estas beneficiando a nuestras mujeres y sus familias con un ingreso que las ayuda a dignificar su trabajo. Rescatas también la cultura y tradiciones de la comunidad mazahua, ya que al hacer que el bordado sea una actividad rentable, las nuevas generaciones no lo ven como algo con lo que se les va a dificultar obtener ingresos para subsistir. Fomentas con esto que nuevas generaciones se sientan orgullosas de ser mazahuas y que sus bordados elaborados con materiales de alta calidad y con diseños únicos perduren y no se pierda esta bella tradición de nuestros pueblos. Es esta falta de motivación la que aleja a los jóvenes no solo de bordar o crear nuevas piezas, si no de usarlas para que los demás puedan conocer cada diseño que hay en nuestras comunidades.

Muchas de nuestras artesanas no tienen un lugar fijo donde ofertar sus productos, por lo cual salen de sus respectivos lugares de origen a vender, la mayoría de ellos llega al municipio y como cualquier vendedor informal, se desplazan de un lugar a otro para poder lograr vender sus artesanías. Aunque en la mayoría de los casos, la producción que generen los artesanos está destinada para caer en manos de intermediarios que se dedican a comprar sus artículos, para posteriormente venderlos en las grandes ciudades a precios exageradamente altos, y sin darles el crédito que merecen para ellos no perder al cliente. Es por eso que necesitamos darle su lugar a nuestras artesanas, reconocer su trabajo dándoles el crédito correspondiente y dignificando su labor dándoles a las nuevas generaciones la capacidad de expresar de manera creativa sus ideas y bordando las nuevas realidades, sin perder la esencia de nuestros textiles.

Siglos antes de la conquista española el arte textil de México alcanzó un alto desarrollo. Sus técnicas complicadas y los bellos motivos estilizados que lo decoraban, dejaron una rica tradición que se enriquece en nuestros días. Sus técnicas complicadas y los bellos motivos estilizados que lo decoraban, dejaron una rica tradición que, aunque no desapareció totalmente con la llegada de los españoles, poco a poco fueron sustituidas por telas y decoraciones de tipo europeo. Sin embargo en las comunidades indígenas menos afectadas por el mestizaje cultural se ha conservado hasta nuestros días, de generación en generación, una buena parte de esa maravillosa artesanía. El aislamiento en que han vivido muchos grupos indígenas durante varios siglos y el desprecio que su cultura ha padecido hasta tiempos recientes, han ocasionado que sus trajes sean poco conocidos y poco apreciada su calidad artística. Las costumbres y los trajes indígenas están desapareciendo con celeridad, a medida que la civilización occidental llega a los rincones más apartados de México. Pronto las mujeres ya no tejerán, acurrucadas en el suelo apisonado de sus chozas, sus maravillosas telas; los significativos bordados tradicionales que van siendo sustituidos por dibujos de los cuadernos que pueden adquirirse por pocos pesos en cualquier mercado.

En algunas de nuestras comunidades aún se utiliza el huso, que se compone de dos partes: un palo de madera de aproximadamente 30 centímetros terminados en punta y un trozo semiesférico de barro, madera o hueso, que se ensarta con la parte redonda hacia abajo. Este contrapeso, el malacate, está a veces adornado con dibujos geométricos. La gran cantidad de husos idénticos a los actuales, hallados en zonas arqueológicas, dan idea de la difusión e importancia que el arte de hilar tuvo en el México prehispánico, casi siempre de oficio prehispánico. Las mujeres sostienen el huso entre el cordial y el anular de la mano derecha y lo hacen girar con el pulgar y el índice. La parte más delicada y difícil del trabajo es obtener los primeros centímetros del hilo, que se desarrollan en el extremo superior del huso. Después el hilo va creciendo rápidamente y devanándose alrededor del palito. Las hilanderas llevan al cabo sus demás quehaceres sin cesar de mover el huso con los dedos de los pies, ya que van siempre descalzas.

El telar indígena llamado comúnmente "telar de cintura" consta sólo de unas piezas sueltas de madera con distintas funciones. Para lograr una madeja del largo necesario, la mujer enrolla el material alrededor de dos estacas plantadas en el suelo; tiene que cruzar los hilos más o menos a la altura de las dos terceras partes del largo total. Amarra los extremos de la madeja a dos palos. Con una cuerda sujeta el palo de arriba a un horcón de la choza. Ata el otro con una correa a su propia cintura, a modo de que mientras teja, sentada en el suelo, mantenga tensos los hilos con el peso de su cuerpo. Ordena cuidadosamente los hilos de la urdimbre en dos capas sobrepuestas entrecruzadas, operación muy delicada de la que depende la uniformidad de la tela. Mete entre el enjulio inferior y el cruce de los hilos una tablilla de madera delgada y afilada, la espalda, que aprieta los hilos de la trama cuando la tejedora la jala con fuerza hacia sí, y también separa la los hilos de la urdimbre cuando la pone vertical. La separación es indispensable, ya que la bobina es un palito sobre el cual se enrolla el hilo. Para mantener constante la anchura, usa una tablilla; conforme la tela va creciendo, la enrolla sobre el palo inferior.

Con estas imágenes observamos la rica herencia indígena y española que posee la cultura mexicana que se fusiona en un amplio abanico de textiles, colores y bordados para crear magníficas indumentarias. Actualmente se utilizan como lienzos tanto telas industriales como las elaboradas en telares de manera manual, flores, animales, paisajes y símbolos nacionales son plasmados por las hábiles manos de hombres y mujeres quienes más que artesanos, pueden considerarse artistas, porque los trabajos que realizan son verdaderas obras de arte. Uno de los elementos más importantes de los Quexquemitl que se realizan en nuestras comunidades lo conforman los bordados, y la cantidad de ellos que se usan. Estos pueden ser sencillos o verdaderamente complejos y coloridos teniendo un significado según la persona donde fue creado. Es muy importante destacar que hoy en día y a pesar de continuar con muchas prendas de origen tradicional, la mujer mexicana ha adaptado los diversos modelos usados antiguamente con la moda actual obteniendo una vestimenta más diversa.

"En la vestimenta a través de los colores y las formas se impregna nuestra manera de pensar, de sentir y nuestra historia. Son las diferentes culturas quienes van a dar manifiesto de ello". Si pensamos en los Quexquemitl como elemento de identidad de nuestras mujeres, es importante no solo pensar en esta prenda como producto terminado, sino también la magia que hay detrás de su confección, incluir el proceso exquisito de como se hace esa prenda, cuales son los factores y recursos que intervienen,  como estos recursos han sufrido cambios, a su vez, como influenciaron la manera en que se utiliza actualmente, como cambian la forma en que se combina con otras prendas; y reflexionar cuál es su trascendencia dentro del sistema actual contemporáneo, en el imaginario colectivo y la economía. Hablar de desarrollo de prenda textil es involucrar una extensa cadena de recursos naturales, insumos, procesos y el recurso humano.

El desarrollo de la actividad textil de nuestros pueblos contempla una serie de etapas sucesivas, que van desde la obtención y preparación de las materias primas, siguiendo con el hilado, teñido de las lanas, hasta llegar a la etapa final de tejido. En este proceso intervienen aspectos importantes de la creatividad femenina, que van más allá de la aplicación práctica de los conocimientos técnicos. Eso se manifiesta en la forma particular en que cada artesana selecciona la técnica de tejido que va a utilizar, y a través del modo en que une y combina los distintos diseños y coloridos. Actualmente buscamos la manera de que nuestras artesanas puedan vender sus piezas y que las personas que las adquieran las puedan usar sin miedo a ser criticadas, pero siempre comprendiendo la importancia de conocer el significado de la pieza que portas, respetarlo y usarlo de manera que no denigre el trabajo y amor que se le da a la hora de ser creado. Así como realizamos la venta de cerámica y barro, cinturones, sombreros y otros artículos comercializados principalmente por el genero masculino, es importante respetar la decisión de nuestras artesanas de poder subsistir a través de la venta de sus piezas textiles, apoyándolas a crear mejor publicidad y no opacar la belleza de las mujeres que los adquieren solo por no pertenecer a una etnia en particular. Espero que este proyecto ayude a las mujeres a ver que no importa tu complexión, edad, altura, color de piel, etc siempre habrá un Quexquemitl que se adapte a tu cuerpo y a tu gusto. Adquiere uno con nuestras artesanas, conoce su historia y pórtalo, pero recuerda que el origen importa, asi que con orgullo menciona la comunidad de nuestro municipio donde lo obtuviste. Dentro de las comunidades donde pertenecen los Quexquemetl que fueron usados destacan: Pastores, Mesa de Santiago, La Magdalena, Maró, Santa Ana Yenshú, Santa María Canchesdá y El Puente - Andaró.

La tendencia actual en la moda es que los clientes no se identifiquen exclusivamente con un estilo, marca o diseño sino que combinen varias para obtener un abanico más grande de posibilidades, los textiles tradicionales están muy utilizados dentro de este enfoque más moderno. Existen varias artesanas que buscan conquistar a esos consumidores eclécticos y organizan sus productos como en las boutiques para ofrecer la variedad que muchas personas buscan; los espacios donde venden son efímeros en muchos casos, ellas se instalan donde haya un lugar para vender, en ferias, ciudades o donde se pueda montar su pequeño armazón de metal y plástico para colgar sus textiles. Las tiendas de ropa ya sea se parezcan a mercados, galerías de arte o palacios, necesitan atraer la atención de los clientes, y es algo que el Quexquemetl hace por si mismo. Vivimos una época de mezclas, experimentación y personalización. Los consumidores de hoy no quieren sentirse dentro de una caja cuando entran en una tienda por muy “divino” que sea el diseñador que está detrás de una marca, es por eso que nuestras artesanas pueden tener una ventaja ya que muchas veces sus lugares de venta es cambiante: un día es en una plaza, otro día es en un callejón, después quién sabe, a donde se les permita colocarse. Pero sin duda contar con un lugar fijo también debe de ser una manera de aterrizar a los clientes para futuras compras.

En su nueva faceta de estilistas, los consumidores quieren tener más donde elegir y que se dé una mayor rotación de las prendas que se venden en las tiendas, con los textiles tradicionales los colores y diseños son infinitos, no se limitan por los medios de producción en serie, donde hay que sacar temporadas para que el efecto de esta moda sea más efectivo. Los tejidos y los diseños son cada vez más innovadores y la búsqueda de originalidad está provocando un retorno a la moda hecha a medida, aunque de una forma más “democrática”. El concepto de mezcla de tradición y modernidad es una característica que define la obra ya de muchos artesanos en distintos municipios, y es algo que debemos de comenzar a adoptar para evitar que nuestros textiles se extingan, y presente una forma de atraer a los jóvenes que tienen toda la creatividad para que participen de la creación de nuevos diseños y prendas usando las técnicas de sus abuelos, para transmitir el conocimiento que tienen cada uno de ellos y no se pierda, que es lo mas importante. Las prendas como el Quexquemitl estaban asociadas con el estatus, con el lujo y la opulencia en la antigüedad. Nuestro país es una nación joven, que por múltiples motivos rechazó durante siglos, y sigue rechazando aunque de manera distinta, su gran herencia indígena.

La única —gran— diferencia entre nuestros artesanos y los muchos diseñadores de moda es sociológica, ya que aquí, en México, esas familias de artesanos suelen ser indígenas. Lo que tristemente en una sociedad como la nuestra, implica una desventaja. Lo que percibo hoy en nuestras comunidades es la enorme falta que nos hacen mentes jóvenes con iniciativa empresarial e interés cultural, que nos ayuden a enfrentar los retos que nos ofrece la gestión y monetización adecuada del enorme patrimonio artesanal que tenemos, para no dejar en manos de las grandes empresas esta labor, si no que sea la misma comunidad la que administre y regule los valores que emanen, tanto humanos como económicos, de realizar todas estas bellas creaciones artesanales. Todos quienes las admiran encuentran en esta bella pieza artesanal una verdadera expresión de lujo y mucho más. Incluso una verdadera inversión, y una opción real y tangible para incrementar el bienestar y el nivel de vida de las comunidades artesanales con las que contamos. Se lo debemos a nuestro país, nuestro municipio, nuestras comunidades y su gente, todos en el mundo lo ven y lo saben, excepto la mayoría de los mexicanos.

La integración del "textil tradicional", con las tendencias y diseños actuales, enriquece el ámbito de la moda al producir piezas atadas a una identidad cultural y dejar que las nuevas generaciones experimenten con las habilidades heredadas para adaptarlas al entorno actual. El paso del tiempo ha producido reunión de dos culturas y prácticas textiles en nuestro territorio, por lo tanto, estas mismas tradiciones han podido incorporarse al léxico de la contemporaneidad en vez de desaparecer por completo. Las culturas indígenas se presentan y representan, en gran parte, por sus prácticas textiles heredadas de generación en generación, las cuales a su vez están atadas a la identidad cultural y a la formación social de estos mismos grupos, quienes siguen dejando su huella sobre el lienzo de la cultura y producción artística-cultural mexicana. No es de extrañar que en algunos puntos de la región esta producción comience a evolucionar, los patrones y formas se mantienen, pero los materiales y la estructura se encuentran en vía de desarrollo para incluir algún elemento de la moda actual.

El trabajo dentro de nuestras comunidades indígenas al producir textiles se ve remunerado al colaborar y enriquecer los conjuntos de ropa contemporáneos y sus prácticas heredadas viven para ver otro día para comunicarse a audiencias más extensas a través de esta unión. Una desventaja en algunos caso es la falta de colaboración con diseñadores, que ayudaría a las comunidades indígenas y a las manos artesanas a vivir de su producción cultural y a mejorar su calidad de vida; esto además permitiría que los pueblos logren conservar el significado e importancia de su pieza artesanal, y así evitar el plagio y la apropiación cultural. Gracias trabajar en colaboración adquirirían nuevos conocimientos, en su mayoría necesarios para aprender técnicas nuevas, estrategias de venta y un gran número de elementos creativos que les ayude a destacar. A la vez que las prácticas sustentables que se usan para producir textiles tradicionales se empiezan a incorporar en la moda, las artesanas tradicionales pueden aprender como presentar al mercado piezas únicas hechas con materia prima local, que den un valor agregado a las piezas con las que cuentan en la actualidad.

Un número cada vez mayor de marcas de moda está rechazando los modelos de producción predominantes, donde hay tiendas o marcas que sacan una nueva colección cada semana, Lo que están intentando es replicar el modelo de creación de la ropa artesanal, una nueva era de "moda lenta". Este tipo de moda pretende un diseño y desarrollo sostenible que procure de manera responsable y comprometida minimizar el impacto de los materiales y de cómo se obtienen los mismos. Se aprovechan componentes y elementos orgánicos y naturales. Se planifica con el fin de racionar materiales, para la elaboración de fibras textiles y todo el cuidado ambiental. También esta muy relacionada con la moda ética, porque cuida el entorno, las personas y las condiciones económicas. Pero va más allá, su significado es más amplio y profundo. Y es esto lo que nuestras artesanas llevan haciendo por muchas generaciones, textiles de gran valor, que duran por muchos años y que siempre se destacan debido a su gran valor cultural, una estética sofisticada y su gran creatividad. La moda artesanal expresa un contacto vivo con el proceso creativo, el trabajo manual y todas las personas que trabajan en el.

En cuanto a textiles se refiere, nuestros pueblos mazahua y otomí son un ejemplo de industria respetuosa con el medio ambiente, puesto que no hacen más que fundirse con la naturaleza vistiendo con lo que ésta le aporta. Parece algo difícil de entender, pero no lo es, y cuando lo comprendemos descubrimos la grandeza de nuestras raíces indígenas. Estamos tan acostumbrados a obtener la ropa en las tiendas lista y preparada, como si hubiera aparecido de la nada, que no nos imaginamos todo el proceso y trabajo que conlleva tener esa prenda que hemos adquirido en nuestro closet, para usar en la ocasión adecuada. Además muchas de las técnicas ancestrales de pueblos indígenas fueron copiadas y adaptadas por las grandes compañías occidentales de manera industrial para mejorar sus procesos y darles calidad a sus diseños. El mundo de las tendencias de moda se ve salpicado por las culturas indígenas. De manera positiva, las hermosas vestimentas y adornos indígenas sirven de inspiración para los creativos diseñadores de moda. De manera negativa, los diseños indígenas sufren plagios y sus técnicas manuales son desvirtuadas por las máquinas y su reproducción de manera masiva.

Es por estas razones que es de suma importancia que las nuevas generaciones comiencen a interesarse en el mundo textil indígena, y produzcan desde sus raíces tendencias que los ayuden a crecer, respetando los procesos de creación de nuestros antepasados para que perduren por más generaciones. Como visitantes turistas o curiosos de la cultura indígena debemos despojarnos de nuestras costumbres y estilo de vida moderno, ralentizar nuestro tiempo y obedecernos a nosotros mismos para descubrir nuestra responsabilidad con la tierra, nuestra cultura y nuestros pueblos indígenas. En palabras de la Secretaria de Cultura en México: “Cada pieza artesanal es única e irrepetible y es, al mismo tiempo, el resultado de la continuidad del trabajo de muchas generaciones que transmiten el conocimiento, la destreza, y sobre todo la creatividad”. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, a través de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, se afirma que éstos tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar la propiedad intelectual de dicho patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales y sus expresiones culturales tradicionales.

Tenemos muchos ejemplos donde marcas reconocidas se han inspirado en nuestro patrimonio cultural para llevarlo a la pasarela, en el mundo es un artículo de lujo todo diseño que crean nuestras artesanas, y es donde nos preguntamos ¿Por qué en México no? Y este tema es delicado, pero como comentábamos en partes anteriores, todo es parte de la discriminación y machismo. En la mayoría de nuestros pueblos el hecho de que una mujer use una prenda tradicional es motivo de burlas, comentarios negativos y hasta agresión, y ojo, no hablo unicamente de las mujeres de la comunidad, si no de las que vienen hasta nuestro municipio con la ilusión de adquirir nuestros textiles y hacer que la economía de nuestras artesanas mejore, hay veces que incluso ellas son indígenas de otra comunidad pero basta un poco de ignorancia y machismo para comenzar a insultar y despreciar a una persona que invirtió dinero y tiempo en adquirir una pieza en nuestras comunidades, para que algún sector de la población (sobre todo masculina) comience a discriminarlas solo por tener un tono de piel mas claro o ser más altas, entre muchas otras cosas. Y es que ellos son libres de vender cuanta artesanía tengan para hacer dinero, pero nuestras artesanas son las que tienen que sufrir ya que no pueden hacer nada en contra de este tipo de comentarios. “La tradición no es estática ni la moda es efímera” indica una diseñadora mexicana, Carla Fernández. El textil mexicano destaca por su grandeza y diseño, pero si no lo aprovechamos simplemente terminará por desaparecer.
En este caso muchas personas confunden la expresión apropiación cultural con el intercambio cultural, pues mientras que el intercambio es inevitable y ocurre de manera orgánica entre culturas que conviven entre sí y se relacionan de distintas maneras, la apropiación sucede entre culturas vinculadas por relaciones asimétricas, es decir, de dominación y subordinación. Es decir, en la búsqueda de adquirir más dinero, la cultura dominante explota elementos primordiales de la cultura subordinada, sin que exista un compromiso con el reconocimiento de los pueblos, artesanos o personas involucradas en la creación de estos elementos culturales. Considerar a las personas indígenas como pertenecientes a un pasado de oro o de una cultura utópica, acentúa el distanciamiento entre un nosotros, e impide la comprensión y el intercambio horizontal entre culturas. El vestido es expresivo, es expresivo el hecho de que yo me presente por la mañana en la oficina con una corbata ordinaria a rayas, es expresivo el hecho de que de repente la sustituya por una corbata psicodélica, es expresivo el hecho de que vaya a la reunión de consejo de administración sin corbata […] La vestimenta, entonces, refleja las condiciones de la vida cotidiana, imprime su sello en la forma de actuar de las variadas circunstancias que nos tocan vivir. Eco, Umberto (1976). Psicología del vestir. Barcelona: Lumen.

Este intercambio no se puede limitar solo a la retribución económica, debe de existir un interés real por la comprensión de sus elementos y de la complejidad de su cultura. A pesar de que la moda no ha sido profundamente analizada en México por nuestros pueblos indígenas por ser considerada superficial, todos consumen su producción, y con ello replican las ideas que están detrás de su creación, por lo que nuestros artesanos cada vez más deberán de ser conscientes del poder transformador que existe en los objetos que producen, muchas veces no nos damos cuenta de la importancia de este tipo de intercambio. Por ejemplo, en relación con el arte, muebles, técnicas, comida, palabras, maneras de pensar y actuar, filosofía; en fin, en muchas cosas que son parte de nuestra cultura y, a veces, no nos preguntamos de dónde provienen y que se dieron a través de la convivencia entre distintas etnias que en conjunto terminaron por adoptar cosas en conjunto.

Los textiles de esta región son prendas históricas en la medida en que mezclan el pasado y el presente de nuestras comunidades, por ello son parte de una memoria histórica condensada en prendas de vestir de uso diario; se materializan en el quexquemitl, y con los demás elementos de uso diario de la vestimenta tradicional se conforma la base para la construcción de la vida cotidiana de los pueblos mazahua y otomí. Como mencionaba, es normal ver que se adopten algunos elementos de otras culturas, en Amealco los Quexquemitl cuentan con colores más llamativos, psicodélicos, que atraen la atención de las personas de manera más efectiva, y en muchos diseños nuevos de nuestras artesanas se puede ver esta influencia de tratar de adoptar colores que sean del agrado de las personas, pero conservando las formas y motivos que las caracterizan en sus comunidades, también hay elementos que se han añadido que proporcionan confort al cliente, como agregar "borrega" a la parte interior del quexquemitl para más comodidad y agregar suavidad al interior, todo esto lo realizan para lograr obtener la remuneración económica. Este es el intercambio cultural, que se debe de dar entre nuestros pueblos, culturas y personas.

La tradición textil en nuestra región es una actividad viva y en constante transformación, pero que debido a distintos factores puede estar en peligro de desaparecer. A pesar que mucho del saber artesanal se ha perdido en la vorágine contemporánea, existen artesanas que han sabido conservar técnicas y procesos originales de la creación de sus textiles, al tiempo que los transmiten de una generación a otra. En años recientes, un nutrido grupo de artesanos de otras comunidades han encontrado una manera de generar productos originales y de impecable calidad sino también la oportunidad de adquirir conocimiento y formar nuevas empresas culturales y creativas, las cuales abrevan de la tradición y dan como resultado objetos con identidad propia. Si bien los procesos colaborativos no son prácticas nuevas, lo cierto es que la manera como los artesanos se aproximan hoy en día a este fenómeno es completamente distinta, ya que en muchos casos no se permitía o se daba este intercambio cultural. La búsqueda de sustentabilidad, de diálogo horizontal, de desarrollo social y de buen diseño prevalece como objetivos de estas asociaciones en busca de nuevos conocimientos.

En este proyecto creemos en la colaboración y el diálogo en favor de la creatividad y la diversidad. Los objetos y prendas que hemos resaltado y exhibido revelan el delicado trabajo detrás de uno de estos Quexquemitl o Quexquemetl, incluyendo los complejos procesos que muchas veces no imaginamos que sea dan para obtener estos productos. Dichas piezas tienen el poder de crear vínculos con sus usuarios a través de la imaginación, la individualidad y la pertenencia, valores inusuales que sólo podemos encontrar en artículos únicos por ser hechos a mano. Vivimos en la era de lo impersonal, donde es difícil crear lazos con objetos de moda, ya que están pensados para volverse obsoletos en un abrir y cerrar de ojos; por ello la importancia de los productos y experiencias que estimulan el consumo reflexivo, que enriquecen su significado más allá de la función, haciéndose cada vez más valiosos para el usuario.

Los quexquemetl son prendas muy complejas en estructura y elaboración que se han abierto paso a través de los años y han tomado incontables formas, colores y figuras de diferentes intercambios culturales en donde quienes tienen la última palabra sobre su estructura o evolución, son las artesanas que los elaboran. La palabra Quexquemitl toma más fuerza en el mundo de la moda, ya que se ha demostrando que las técnicas prehispánicas y la cosmovisión de nuestras etnias mazahua y otomí construyen la identidad en diseño y formas de México. El mundo de las redes sociales ha abierto un camino para aquellas artesanas, artesanos o cooperativas que buscan expandir su mercado y las colaboraciones entre ellos y diversos diseñadores, ha marcado un tema importante en el quehacer textil donde el comercio justo y el respeto a las prácticas son pilares fundamentales. El debido uso y revalorización es tarea de todos, es por eso que esta serie de fotografías busca darle un nuevo valor a esta prenda, de buscar la forma de que las mujeres se identifiquen con ella, que la valoren y la adquieran para que comprueben su versatilidad.

Si tu compras directamente del artesano, obtienes un producto hecho por personas para personas, hecho a mano y con un toque de cariño. El principal beneficio es que los ayudas a mantener una economía sostenible, que les ayuda en gran medida a mejorar su calidad de vida y continuar produciendo estas piezas artesanales. A nivel local, comprando productos artesanales ayudas al sustento directo de nuestras artesanas y su familia que a su vez podrá comprar otros productos que contribuyen a mantener una economía en movimiento dentro de sus comunidades, todos nos ayudamos de esta manera y mantenemos que el flujo de efectivo se mantenga en nuestra región. Es muy importante tener en cuenta que es un beneficio directo porque nuestras artesanas se encarga de producir y vender sin intermediarios de por medio. Mantienes viva la cultura artesana que crearon nuestros antepasados. Las tradiciones que han ido pasando de padres a hijos a lo largo de las décadas y que si nadie se encarga de mantenerlas vivas, morirán. Apoyando la artesanía también apoyas a la preservación de nuestra cultura y las tradiciones. Algunos procesos han cambiado, han surgido nuevos materiales y herramientas nuevas que facilitan el trabajo de nuestras artesanas, pero la esencia de los productos sigue siendo la misma y ellas conocen bien de dónde viene, cómo lo hacían en el pasado y lo como lo transmitirán a sus aprendices para que no se pierda.

Parte interesante y que te ayuda a comprender el valor de la prenda es que en el proceso de compra vas a conocer a la persona que lo crea, nuestras artesanas. Como dije anteriormente la relación con ellas suele ser directa y bien sea en un mercado, puesto o exposición o en contados casos por internet, para adquirir el producto necesitas muchas veces del contacto directo con ellas y puedes conversar, plantearle tus dudas sobre el producto, si las tienes, conocer más detalles sobre los materiales de primera mano, eh incluso la historia de como fue concebida esa pieza artesanal. Al relacionarte directamente con ellas preservas sus derechos humanos porque compras directamente a quién produce, sin intermediarios y eres consciente de que no se produce explotación ni se vulneran los derechos de ellas como trabajadoras. Este punto es muy importante ya que, en el mundo artesanal, la reventa obliga a las artesanas a ajustar precios bajos para que sean revendidos al doble o triple de su valor real en lugares turísticos, mientras ellas solo ganan “lo menos” por su valioso conocimiento, tiempo, técnica y creatividad, siempre te vamos a invitar a no regatear y comprar directamente con la artesana que las realiza.

A medida que van evolucionando el comportamiento social o los gustos culturales, principalmente por la adopción de las modas efímeras, puede suceder que dentro de nuestras festividades y celebraciones que antes requerían de elementos artesanales complejos se vayan haciendo más austeras, al utilizar elementos que se producen en masa y que son más baratos, de materiales sencillos o de baja calidad pero que sirven solo para el momento, mermando así las posibilidades de expresarse de nuestros artesanos en general. Los y las jóvenes de las comunidades piensan a veces que es demasiado exigente el aprendizaje necesario y a menudo muy prolongado, para dominar las técnicas artesanales tradicionales, y por eso tratan de colocarse en fábricas o en el sector de servicios, en el comercio, donde el trabajo es menos extenuante y mejor pagado con frecuencia. Muchas tradiciones artesanas encierran “secretos del oficio” que no se deben revelar a extraños. Por eso, si a los miembros de la familia o de la comunidad no les interesa aprenderlos, esos conocimientos pueden desaparecer, ya que compartirlos con extraños sería vulnerar la tradición.

Pero no todo es malo, México se encuentra ante un importante potencial de crecimiento en la industria textil, incluso hay algunas artesanas que van más allá al no sólo buscar expandir sus ventas y diseños a territorios internacionales, si no también a rescatar bordados y textiles de su comunidad con el fin de ayudar a su economía que puramente vive de esta artesanía. Son pocas las marcas mexicanas que han visto la luz dentro de las comunidades indígenas y que destacan por su rico trabajo en bordados y textiles artesanales que con el tiempo han tendido a desaparecer en muchas regiones del país; esto se debe a que la mayoría de las marcas y diseñadores buscan complacer a sus consumidores con la inmediatez, por lo que el apoyo al rescate de técnicas antiguas queda en segundo plano, y es que aunque los diseños artesanales se caracterizan por ser bellos y coloridos, requieren de mayor tiempo de creación. Aún así hay acciones que podemos realizar para apoyar a nuestras artesanas a mejorar su calidad de vida, y adoptar un modo de consumo responsable que también sea amigable con el medio ambiente.

La innovación puede venir de cualquiera de los procesos de creación de las artesanas, pero para eso hace falta una nueva generación que pueda mezclarse con lo contemporáneo sin perder sus raíces. Nuestra apoyo debe de ir no solo en lo económico, debe complementarse en el sentido del apoyo social, deben de construirse puentes entre flujos de dinero que a no llegan de forma justa a las personas que trabajan y realizan todo este proceso artesanal. En algunas regiones ya se innova en la construcción de prendas a través de colaboraciones con artesanas que tienen una sabiduría de cientos de años, esto permite que le brindemos al mundo un valor contemporáneo con tendencias de coloridos o metálicos, con lo que las artesanas también aprender a emular algunos procesos para sus prendas tradicionales, lo que le da un valor agregado a todo lo que sus manos elaboran. Sin ninguna duda, comprar artesanía es una manera maravillosa de apoyarla. Comprarla y usarla significa también respetarla. Además, presumir de ella ayuda a darle presencia y crear conciencia, esto incentiva que cada vez más personas se sientan orgullosas de usarla. Con este proyecto se pretende iniciar con un proceso de reflexión, entendimiento y cambio, pero los cambios llegan cuando tienen que llegar, al ritmo que cada cual está preparado para asumir. 

Todos necesitamos de necesitamos de una alfabetización visual que nos invite a llevar una relación con la naturaleza y la vida un poco más armónica. Si cada uno de los ciudadanos de comenzamos a comprar estos productos artesanales, nos hacemos un favor. No se trata de ayudar solo a los artesanos y sus familias, sino de ayudarnos a nosotros mismos, a nuestra cultura y al planeta. Los consumidores actualmente están en busca de la exclusividad. Desde la revolución industrial, hemos ido avanzando para crear mayor cantidad de productos en menos tiempo y por un precio más bajo. Pero ahora ya no siempre buscamos lo asequible, queremos lo único; vamos por la calle y vemos a tres personas más en la misma calle llevando nuestros pantalones o nuestra playera, lo que nos hace buscar una prenda que nos destaque y nos identifique, y los textiles artesanales como el Quexquemitl logran ese cometido. Lo importante siempre será respetar la prenda, presumirla, portarla con orgullo y siempre mencionar a la persona que la realizó.

Los tejidos han sido una parte fundamental de la vida en nuestra región y desde el inicio de la civilización. Como tiempo atrás no existían las industrias actuales, las fibras naturales eran las que se utilizaban para el textil: ropa, tapicería, agricultura, etc. Estas fibras pueden ser de origen vegetal, como el algodón y el lino, o de origen animal, como la lana. En las últimas décadas se han ido desarrollando e introduciendo en el mercado los textiles sintéticos y se han ido reemplazando las fibras naturales por estos materiales, a pesar de las ventajas de las fibras textiles naturales para el medio ambiente y la salud de todo el planeta. Sus principales beneficios son: la transpiración, el aislamiento térmico que ofrecen algunos materiales como la lana o el algodón, las propiedades higiénicas o el tacto natural. Además, el uso de productos hechos con fibras naturales son una opción responsable porque se encuentran directamente en la naturaleza, lo que significa que los procesos industriales y la energía que se necesitan para conseguir los tejidos y telas son más sostenibles, ecológicos, y no generan tantos residuos como los procesos de producción de los tejidos de fibras sintéticas.

Estas son tras ventajas de obtener una prenda tradicional como el Quexquemitl con nuestras artesanas. Las mujeres enseñaban a sus hijas y nietas a elaborar su vestimenta; el conocimiento pasaba de generación en generación. Cada indumentaria era perdurable; sin embargo, con el paso del tiempo comenzó a ser sustituida por la ropa industrializada. Ahora se utiliza la mezclilla y la tela industrial, que son más fáciles de adquirir. No obstante, en nuestras comunidades aún se dejan ver los Quexquémetl en mujeres mayores, así como gabanes en algunos hombres. El menor costo y el constante desarrollo a fuerza de innovación han hecho ganar terreno a las fibras sintéticas sobre las fibras naturales y esa es la tendencia. Producidas en forma industrial, en inmensos volúmenes, tienen cualidades que se van adicionando y mejorando con el paso del tiempo y mayor inversión en innovación y desarrollo. Entre otras cualidades, sean ha mejorado el tacto final, la resistencia, la calidad y la diversidad de colores, las propiedades térmicas y de aislación.

Es obvio que el poder de inclinar la balanza está en manos de los consumidores y los análisis que se han realizado en la época actual demuestran que son cada vez más sensibles a las preocupaciones ambientales, sociales y éticas que los consumidores de las décadas pasadas. Nuestras artesanas pueden unir sus fuerzas con los consumidores en una puja a largo plazo por mejores prácticas y transparencia en la cadena de valor de las grandes marcas. A través de la educación, la constante información y los creativos incentivos, los consumidores pueden cambiar gradualmente sus hábitos de consumo de moda para reducir su propia huella. Los textiles hechos en la región cuentan a hiladas el mundo de nuestras comunidades, le dan forma y color. Quien compra un textil adquiere una historia tejida con el corazón. Quien compra textiles Mazahuas u Otomíes adquiere mucho más que un objeto, se lleva un relato, tan breve o tan largo, que debe aprender a leer.

Como ya lo habíamos comentado se puede definir la pieza sobre la que esta centrado este proyecto, el Quexquemitl como: “dos piezas rectangulares de tela tejida con un pequeño poncho. Están hechos de lana de algodón y pueden estar bordados con animales, estampados florales y diseños gráficos. Dependiendo de la comunidad de la mujer, el quexquémitl puede hacerse con técnicas diferentes”. Con estas prendas es imposible no comunicar, y es que hasta un collar de cuentas de colores tiene sus propios códigos que, al descubrir cómo interpretarlos, son capaces de expresar estatus, estado civil o pertenencia a una etnía. La ropa tradicional no es una moda efímera; lejos de ser el último grito, es más bien el primero: nos habla de influencias –por ejemplo, ciertos colores y tejidos llegaron a través de los colonos– y también de cómo las sociedades han ido haciendo suyo lo que otros llevaron a sus tierras, y ahora lo lucen como propio. Son parte de la herencia histórica de quien los viste.

En México hay grandes diseñadores, quienes están desarrollando trabajos sorprendentes, pero lo lamentable es que de pronto se vuelve ropa de “fantasía”, son prendas muy costosas; hay diseños que por lo profuso de los bordados, por la cantidad enorme de horas-trabajo y el número de personas que intervienen en su elaboración, necesariamente son muy caras. Actualmente hay distintos sectores que se encargan de especializar a las artesanas para que puedan utilizar sis diseños en más prendas, lo que les ayude a lograr más impacto y a diversificar la cantidad de opciones que tienen para ofrecer al público en general, y que sus diseños no caigan en manos de diseñadores que no den el crédito correspondiente a sus comunidades, como ya ha sucedido en el pasado. El objetivo de aprender nuevas técnicas, es adquirir habilidades y destrezas para crear diseños artesanales innovadores que mejoren la calidad de sus el trabajos y puedan comercializarse en la entidad, a nivel nacional e incluso, en el extranjero. Por el momento solo en comunidades como San Felipe del Progreso, Villa Victoria y Villa de Allende se han llevado acabo, esto debido a que las personas de dichas comunidades están mas dispuestas a mejorar sus ingresar a través del comercio y el turismo, aprovechando colores y tendencias para llegar de manera efectiva a más clientes.

Esto también permitirá el desarrollo humano integral de las comunidades, la igualdad entre artesanas y artesanos, estimular el trabajo en equipo y propiciar mayores oportunidades de capacitación y crecimiento económico para las mujeres que se dedican a la actividad artesanal. Además del valor agregado que adquieren las artesanías por ser únicas y hechas a mano, se busca preservar la vestimenta tradicional mazahua conocida por su belleza, elegancia y atinada mezcla de materiales. La puntada es lo que distingue al bordado de las distintas comunidades, y el trabajo requiere de mucho esfuerzo visual y precisión. El bordado mazahua y otomí es un trabajo fino y único, el cual debe ser valorado y apreciado, hacer una pieza lleva varias semanas de trabajo, incluye mucha dedicación y creatividad el lograr una pieza totalmente única, además del material que utilizan. Pagarlo al precio justo es la mejor manera de agradecer a nuestras artesanas.
 
A partir de su descubrimiento e implementación, la fotografía constituyó “un registro de vida” que posibilitó dar a conocer las características, modos y costumbres de la sociedad en la cual se desarrolló. Así, para muchos, toda fotografía es un documento histórico y de conservación visual, que depende del momento, la ideología que denote y el criterio estético de su autor para la representación que se haga de la imagen realizada. Detrás de estas imágenes que contemplamos en el proyecto, hubo varias mujeres que en un momento dado fueron elegidas para que estas escenas perdurasen, para que los diseños de los textiles se guarden dentro de la memoria colectiva, y en fusión con el retrato se pueda dar a conocer la belleza de nuestro municipio. No existe una correcta definición de la fotografía documental, algunos la definen como un tipo de fotografía que captura un momento de la realidad y con ello difunde lo que sucede en su entorno. Da un registro que argumenta un suceso valioso para el fotógrafo remitiéndose también al contexto con el fin de presentárselo al espectador.

Para cada sesión también se tuvo que estudiar cada rincón de la localización, este recorrido inicial es la clave para cambiar de fondo, de escenario dentro de un mismo lugar, para optimizar la luz, etcétera. Siempre recorro el lugar unos días antes sobre la misma hora en la que se va a realizar, para ver cómo se comporta la luz en ese lugar. La luz, la vegetación y el ambiente cambia según las estaciones, y en estos meses de igual manera pudimos admirar la evolución del entorno a través de estas fotografías. Uno de los consejos que siempre se te da es: la luz, la localización y la hora son casi tan importantes como el fotógrafo y tu modelo. Por eso siempre es bueno conocer tu entorno, recorrer el pueblo para encontrar los sitios ideales no solo para la realización de fotografías, si no para pasar un rato en una actividad distinta que ayude a cuerpo y mente a mantenerse sanos. En conjunto todos estos elementos son los que me han permitido llevarles esta serie de imágenes con las que se busca que las mujeres porten el quexquemetl y lo adquieran con plena confianza de poder usarlo, eliminar los prejuicios que afectan a nuestras artesanas y sus ventas.

Esta parte del Proyecto Quexquemitl de Temascalcingo es la última del año y en números se puede resumir en 20 partes, 60 sesiones, 60 mujeres, 300 fotografías publicadas, más de 60 diseños de quexquemetl, una gran cantidad de tiempo invertido y muchos kilómetros recorridos. Con esto puedo decir que he mostrado un poco de la diversidad de elementos creativos que hay en nuestro municipio, la diversidad artesanal de nuestras comunidades y la belleza de las mujeres de la región. Este tipo de proyectos nos ayudan a documentar los lugares y textiles de manera precisa ya que en nuestra forma de memorizar las cosas no sólo la modelamos sino que la recortamos de detalles. Cuando intentamos fotografiar mentalmente una imagen, ésta la interpretamos a través de nuestros condicionamientos y experiencias previas que hemos vivido de los elementos que aparecen en ella. Espero que hayan disfrutado toda esta serie de artículos y fotografías, que en conjunto ayuden a que mas mujeres puedan adquirir algún textil de manos de las artesanas que día a día buscan la manera de vender sus productos y evitar que el machismo sea un impedimento para realizarlo. 
 

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