Día De Muertos
Este día en Temascalcingo es el momento especial en el cual se vuelcan los recuerdos de los
seres queridos que han partido al más allá. Recordarlos, no es
simplemente eso, sino que vendrán con la alegría de antaño a convivir
una noche con los seres vivos que los añoran con respeto, ya que al
partir hacia lo desconocido tienen el grado de valentía que a nosotros
nos falta porque se encuentran gozando en el Mictlán de la seguridad
de estar con el todopoderoso. Con alegría, porque conjugamos los
elementos formadores de la vida con multicolor algarabía: el agua, el
fuego, la tierra y el viento; nos preparamos durante todo el año y
llegado el momento, en el oratorio familiar, en el altar preparado ex-profeso, colocamos entre tantas cosas, una veladora por cada uno de los
difuntos que deseamos recordar, luz y calor, flores de cempasúchil aquella del color del sol, la de los cuatrocientos pétalos, la flor de
los difuntos, que con su aroma especial, cargará la atmósfera de
misticismo y misterio, que agregada a la cal formará un camino de
flores y una cruz, así guiará a los difuntos hasta la mesa donde les esperan
todos los alimentos que la tierra produce y que al muertito le gustaba
en vida, de esta manera el clan habrá puesto en su ofrenda, lo que le
permite el recuerdo y su economía familiar. No falta en un altar de
muertos, un sahumerio con carbón y copal, tampoco papel picado, para
simbolizar el viento, a Ehécatl.
El elemento agua, en los líquidos como
atole, pulque, cerveza, agua misma, vino. Todo obedece a las
remembranzas, al amor que se le tiene a los difuntos aún después de su
partida, pero sobre todo al corazón. Porque una veladora con unas
flores, una oración y un suspiro, unas lágrimas y un sollozo, valen por
todos los manjares que pueda tener un altar de muertos. Pero también encontramos elementos mazahuas dentro de nuestras celebraciones de Día de Muertos. La comunidad mazahua realiza esta festividad cada
año, festejando el ritual del regreso de las almas de los seres
queridos colocando una ofrenda donde les ofrecen los alimentos que en
vida preferían al igual que los alimentos que se preparan en la región,
así como las bebidas fermentadas como el pulque; otra bebida que se
coloca es la cerveza y lo más tradicional que se coloca en la ofrenda
es el pan, los dulces, la fruta que se colocan en una mesa adornada con
flores de campo y cempasúchil.
Los pétalos del cempasúchil
son utilizados para marcar el camino que las almas recorrerán desde el
panteón hasta el lugar donde los esperan con un gran banquete. Algunos también adornan el
altar con manteles con bordados llamativos que representan la cultura
mazahua y sobre todo no puede faltar la fragancia que impregna el
copal que la gente utiliza para hacer la bendición de la ofrenda que se
ha colocado. La celebración de día de muertos se espera con un cúmulo de
sentimientos; alegría, tristeza, llanto, recuerdos y añoranzas de
aquellos tiempos de convivencia con el ser querido, de los consejos,
llamadas de atención, enseñanzas, actitudes, todo se viene a la mente,
es como si en ese momento la película del tiempo retrocediera lentamente
para visualizar los momentos que quedaron marcados por los seres
queridos que se han adelantado y que a pesar del tiempo, no se olvidan.
Así, cada año a finales de octubre, las familias mazahuas se preparan
para llevar a cabo esta gran celebración, el día de muertos, momento
propicio para perdonar y ser perdonados por los comportamientos
negativos, lo malo que se ha hecho a la sociedad, y porque, “Uno no es
eterno en esta tierra”. Todo empieza el 27 de octubre, según la tradición oral de los Ñatjo “Las almas de los difuntos llegan a través de las mariposas o xefes,
que vienen a visitar a los vivos y a convivir con ellos, durante la
noche se nutren de la esencia de los alimentos, frutas, flores e
incienso que se les ofrece en los altares familiares, al día siguiente,
desde muy temprano regresan a su morada con esos sabores y olores que en
vida tanto disfrutaban”. Cada difunto tiene su importancia, su día, su recuerdo, los niños que no
fueron bautizados, los adultos que murieron por enfermedad, aquellos
que se fueron a causa de los rayos, quienes han sido asesinados y las
mujeres que fallecieron debido al parto.
Según la creencia de los Ñatjo, a partir de entonces y hasta el día dos
de este mes, se recuerda a todos. Sin embargo, la fiesta más grande,
por decirlo de alguna manera, se celebra el día dos de noviembre.
Antes de este día se empieza a
levantar las ofrendas. Lo primero que se hace es adquirir los alimentos que en vida disfrutaba nuestro familiar; que puede consistir en un pan, un plátano, una naranja, un tamal y una vela, con
esto, dicen ellas “van a encaminar a los difuntos”, y son los niños
quienes se encargan de esta tarea, “son ellos aun unos angelitos”, por
eso se les encarga que se aseguren que la vela quede prendida, ya que así
los difuntos regresarán a su morada. Entonces, en los cruces de los
caminos, debajo de un árbol, se coloca la ofrenda, a eso se le llama
encaminar, conocido también como tirar el conejo, y este es levantado
por otros niños, los niños ya saben, se levantan muy temprano con
emoción, ya sea para encaminar a los difuntos o para ir levantar los
conejos (las ofrendas).
Ya que se encamino a los difuntos, ahora sí, se preparan otras ofrendas
para compartir a los hijos, nueras, hijas, yernos, nietos, vecinos
cercanos, desde luego hay un intercambio de ofrendas, es una tradición.
Quienes tienen que ir al panteón, se van temprano para limpiar la tumba,
y esperar a que se haga la misa, bendecir las coronas y las cruces. Los
que no, se van a visitar a sus parientes, compadres,
mayordomos o fiscales con quienes conviven durante ese día.
Si la economía alcanzo para poner una ofrenda grande, esta podrá durar
hasta ocho o quince días y se sigue compartiendo hasta agotarse, los
niños llevan a la escuela para sus maestros y amigos, hay quienes le
llevan al personal de las clínicas rurales, al sacerdote y a la
autoridad comunal, lo demás se queda para el desayuno. Y es que en las comunidades mazahuas existe una estrecha relación entre
la fiesta de día de muertos y el término agrícola, que da pie a un nuevo
ciclo y el desarrollo de actividades como el combate, ritual para
agradecer por los nuevos alimentos y la convivencia por los alimentos
para el siguiente año. Además las llegada de la Mariposa Monarca, es
otro acontecimiento significativo entre el pueblo mazahua, ya se las
considera como el alma de los muertos que regresan y, como las hijas
del sol.
Cabe destacar que el día
de muertos en Temascalcingo se realiza a partir del 31 de octubre iniciando por los
difuntos más pequeños que no fueron bautizados, el 1 de noviembre con
los niños que fueron bautizados y el 2 de noviembre se celebra la
fiesta más grande. El día 1° por la noche se realiza en el centro de Temascalcingo una exposición de Ofrendas y Altares, realizada por escuelas, negocios y ayuntamiento utilizando los portales, plazoleta, kiosco y el atrio, dándole al pueblo un ambiente muy especial y colorido, se recuerda en cada ofrenda a personas ilustres del municipio o personas que recientemente han fallecido. Las campanas de muchas de las capillas e iglesias se mantienen "doblando" toda la noche. Al otro día el panteón se llena de colores de todas las personas que adornan la tumba de sus seres queridos.
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